La ontología personal del "ser", es una ilusión construida a manera de signos,(...),esos constructos (como la identidad, una idea del si mismo, la personalidad, el carácter), no tienen realidad, son una organización funcional del fluido, (Valsiner en constructing the vanishing present beteen the future and the past, 2009).
En la sala de lectura de sociología, en frente de mi se encuentra un hombre realmente guapo, me gusta su mirada perdida detrás de los anteojos, su cara de "estoy gozandome esto que leo", a veces sonríe al leer.
Está despeinado, con algo de barba, con su maleta de cuero que siempre le he conocido y el portafolios que tiene cubierta de jean.
Puedo ver sus manos, son de dedos pequeños, manos anchas. Está tumbado sobre su silla y de vez en vez se incorpora para subrayar las copias o para tomar alguna nota, cuando no lo está haciendo, tumbado sobre la silla con las piernas inquietas y estiradas usa las copias para taparse la cara. A veces baja las manos y me lanza una mirada, literalmente. Hace unos dos año, yo no lo notaba así tal cual se me presenta con ésa mirada, sin embargo desde entonces me acuerdo de él. Pero ahora me doy perfecta cuenta, y además de eso, me lo quedo mirando, descubro que tiene una mirada intensa, lo ha hecho dos veces, tres con la mirada fija con que me saludó al llegar a la sala de estudio.
A veces lo que veo son sus labios, cuando levanta mucho las copias, por lo tanto veo su mentón. No puedo negarlo, me gusta; por lo demás para qué negarlo? lo importante es que él sabe que me ha capturado a ratos con su mirada, y que me gusta el juego que me propone desde su rincón.
Varias veces he pensando en invitarlo a tomar un café, pero siempre me termino sintiendo cobarde. El problema es que hoy no me siento así, sino algo alterada, si me habla me derrito y si le hablo, en lugar de preguntarle por el nombre, le sonreriría francamente, y le devolvería la misma mirada, como para que me desee un poco más, hasta que uno de los dos pregunte por un beso.
Se me escapa una sonrisa, luego otra.
Ahora, él ha optado por doblar sus copias, así de hurtadillas me lanza una mirada de vez en cuando por el borde izquierdo de éstas; un sólo ojo desconcentrándome, no pude seguir leyendo a Valsiner y su asunto sobre la libertad, la voluntad, la realidad y el sentido de ser y saberse humano.
Se me fue un poco el aire, sentí un leve mareo, esa mirada y esas piernas inquietas, ni si quiera ha sido necesario pensar en que me besa o en que toca. Su mirada de pervertido y vagabundo que se engolosina leyendo algo me ha dejado sin sentido por un rato y me ha obligado a dejar todo, tomarme el te despacio y escribir ésto. Lo he aceptado, me resigno; escribo sobre él.
Debe tener, o por lo menos parece de unos 35 años. Tiene unos labios finos, sus hombros son anchos, no es delgado, estoy segura de que no hace ejercicio y que toma mucho tinto y se fuma mas de 30 cigarros al día, (jajaja! fascinante!), siempre viste tranquilo, despreocupado, usa gafas de marco negro, tiene el cabello medio crespo y descuidado, la chaqueta color gris, su camisa blanca, seguramente ya sabe que me tiene algo alterada, y que me gusta su sonrisa pícara, que ahora mismo se me antoja hasta inteligente; afuera llueve, evidentemente no tengo frío, solo un leve mareo lleno de morbo y estupor; su pierna izquierda inquieta, uff! necesito tomar aire profundo y volver a pensar urgentemente en Valsiner y su asunto de la no existencia de la realidad, sino de un fluido de la humanidad orquestado funcionalmente para darme sentidos, o que yo he orquestado, junto con la cultura, para darle sentido a toda esta puesta en marcha que es el mundo.
Me gusta el color de sus labios, qué puedo hacer? Al carajo con la realidad, dice Valsiner, y yo digo, carajo, es verdad, sus labios son hermosos, se me hacen hermosos debido a la orquestación de anteriores besos, anteriores labios. Me desconcierta su mirada intensa, de hombre que se puede comer mi mundo de no-realidades y que además de eso parece saber que lo puede hacer.
He dejado de mirarlo, poco a poco todo vuelve a la calma, sigue lloviendo, se me ha acabado el te, son las 15:23, me pregunto, será que Valsiner es capaz de mandar al diablo así como así la realidad?
No me gustan su manos.
Lo ineludible: hoy no lo besaré, eso está claro, más de dos años pasando por delante de él, aguantando sus miradas intensas y ni un tinto, que complicada soy, que distraído él! mejor es al contrario, que complicado él, que distraída yo.
A soltado una de las esquinas de las copias, puedo ver la portada del libro que lee, Está leyendo Bourdieu!!! (cap. 1, La elección de los elegidos) De repente se me torna en divino demonio que goza leyendo a Pierre, tanto como yo lo he hecho. Como dijo un amigo una vez, "en éstos momentos es cuando me digo: que linda que es la vida!"